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La anorexia de los fuertes

 

Vigorexia:
La anorexia de los fuertes

 
 
1    La vigorexia hunde sus raíces en la anorexia. Se
 trata de una alteración de la imagen que el paciente
 tiene de sí mismo derivada del rechazo que siente por
 su cuerpo y del deseo de acercarse a los cánones
5 estéticos. También está aparejada a desórdenes
 emocionales y sus víctimas suelen ser personas
 inseguras, introvertidas, con problemas de integración
 y baja autoestima. Pero se manifiesta de forma
 distinta a la anorexia ya que la distorsión que percibe
10 el enfermo de su cuerpo es opuesta. En lugar de tener la sensación de estar siempre con
 kilos de más, el problema es que nunca se encuentran suficientemente musculados.
2    ‘La enfermedad está todavía en fase inicial’, apunta la psiquiatra neuróloga Teresa
 Lartigau en relación a los pocos casos diagnosticados. Por su consulta ha pasado media
 docena de ellos arrastrados por sus padres ante el comportamiento extraño que mostraban.
15 No son demasiados, pero suficientes para percibir que se trata del ‘principio de este
 fenómeno, como hace años con la anorexia’.
3    Desde que trató al primero, hace tres años, todos ellos han sido jóvenes de unos 20 años
 y chicos, ya que frente a la prevalencia femenina en la anorexia, la aplastante mayoría de
 estos enfermos obsesionados por los cuerpos musculados suelen ser hombres. ‘Llegaban a
20 pasarse hasta siete horas al día en un gimnasio con el único interés de ver como crecía el
 músculo’, recuerda. Se trataba de personas marcadas por una fuerte personalidad obsesiva
 que canalizan a través del gimnasio sus frustraciones, como Damián, de 19 años, a quien el
 exceso de horas en una sala de musculación le llevó a la psiquiatra. ‘Me veía bajito y
 enclenque, y decidí entrar en un gimnasio’, recuerda a este diario. A sus padres no les
25 parecía normal que se pesara cinco o seis veces al día o que acudiera al gimnasio cuatro
 horas diarias. Todo porque ‘me veía en el espejo y me seguía viendo raquítico, a pesar de
 que me dijeran que estaba como un toro’.
4    Así estuvo dos años, comiendo sólo pasta y fécula, y complementando esta estricta dieta
 con vitaminas y aminoácidos, hasta que un especialista le hizo entrar en razón. Los malos
30 hábitos alimenticios son uno de los síntomas que sirven para detectar la enfermedad. Otro,
 como destaca Teresa Lartigau o el jefe de servicio de la unidad de trastornos de la conducta
 alimentaria del hospital La Fe de Valencia, Luis Rojo, es el consumo de productos dopantes
 destinados a potenciar la masa muscular, como hormonas del crecimiento, esteroides o
 anabolizantes. Aparte de los efectos secundarios que pueden provocar, se encuentra el
35 aumento de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o hepáticas.
5    Damián ha tenido suerte y gracias al tratamiento psiquiátrico al que sigue acudiendo,
 está abandonando los hábitos que marcaron su vida durante dos años. Otros no tienen tanta
 suerte. De un lado supone romper con el círculo de amistad creado en el gimnasio, muchas
 veces el único sustento afectivo con el que cuentan. Por otro, implica combatir un
40 comportamiento obsesivo muy arraigado en estas personas. Teresa Lartigau recuerda el caso
 de un paciente en el que el mismo comportamiento obsesivo que le hizo adelgazar de forma
 descontrolada hasta convertirse en una persona anoréxica, una vez logró salir de la
 enfermedad y fue ganando peso, le llevó a reconducir su manía hacia la vigorexia, pasando
 de uno a otro extremo.
45 de: El País Digital