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Vraag 32

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VOLVER A LO VIVIDO
En la película ‘Luces de la ciudad’, Charles Chaplin salva a un borracho de la muerte. Al
día siguiente, cuando el millonario está sobrio, no recuerda al pequeño vagabundo y sólo
cuando vuelve a emborracharse le trata como a su antiguo compañero. El psicólogo Gordon
Bower (1981) llama a este fenómeno “memoria dependiente del estado de ánimo”, y cita
otro ejemplo, el caso de Sirhan Sirhan, el asesino de Robert Kennedy, quien no guardaba
ningún recuerdo del asesinato hasta que, bajo la hipnosis, alcanzó el mismo estado frenético
en el que disparó. Entonces, volvió a representar el crimen. Estos ejemplos muestran la
relación entre estado de ánimo y memoria, que se puede apreciar también en situaciones
menos extremas. Algunos psicólogos han ideado terapias apoyándose en esta cualidad de
nuestra memoria. La terapia cognitiva de Aaron Beck, por ejemplo, trabaja con el paciente
para que, en estados de depresión, trate de rememorar a modo de ejercicio recuerdos
positivos.
PINTURAS DE LA MEMORIA
Franco Magnani salió de su pueblo natal de
Pontito, Italia, siendo un niño. Cuando cumplió
los 25 años, contrajo una enfermedad grave
acompañada de delirios, y empezó a ver
imágenes de su pueblo, casi como alucinaciones
que se mantuvieron incluso cuando ya se había
curado. Así, a partir de 1967, decidió pintar
aquellas imágenes. El museo de la ciencia de
San Francisco decidió exponer las conocidas
como “pinturas de la memoria” junto a
imágenes reales de Pontito, tomadas por la fotógrafa Susan Schwartzenberg. Mostraron que
las pinturas son reproducciones casi fieles de la realidad, que manifiestan la fuerza de la
memoria fotográfica para reproducir el pasado. Sin embargo, abundan las valoraciones
subjetivas asociadas a los recuerdos de la infancia y la adolescencia, que por ejemplo,
suelen agigantar la realidad.
HUELE A TI
El olor del pegamento, de las almendras, del tomillo
en el campo, o quizá sea el del pan en el horno...
Posiblemente, alguno de ellos despierte en ti un
episodio de tu biografía y arrastre consigo
imágenes, personas, lugares... El olor deja en
nuestra memoria una huella más arraigada que
cualquier otro estímulo externo -la industria
perfumera lo sabe muy bien-. Albert Masó, biólogo
del Departamento de Ecología de la Universidad de
Barcelona, explica que el olfato “es el más antiguo
de los sistemas sensoriales: el primero que aparece
en la escala evolutiva de los animales. Tiene un
acceso directo al cerebro (a la parte más primitiva:
el paleocórtex) a través del bulbo olfatorio. Se
puede decir que los receptores nerviosos de la nariz
(pituitaria amarilla) son una expansión del cerebro”.
En el olfato, comparado con los otros sentidos,
existe una característica única: no hay distinción entre memoria a corto y largo plazo. No
registras un olor y lo olvidas de inmediato, no sufre el mismo proceso que otros recuerdos.
Además, el olor es lo único que no puedes evocar sin su presencia. Puedes traer a tu
memoria una canción y tararear su estribillo, o rememorar la cara de tu madre, pero su olor,
sólo podrás recuperarlo si vuelves a cobijarte bajo sus sábanas o recuerdas el nombre de su
perfume inconfudible.