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Vraag 22

¿Qué hace el autor de esta “Carta al Director”?

CARTAS
AL DIRECTOR
A propósito de los días sin coches

Nuestros escritores barrocos empleaban una
hermosa palabra, hoy olvidada, para indicar
la acción de pasear en carruaje: cochear. A
no cochear se nos invitó recientemente y a
disfrutar de las ventajas del coche de San
Fernando, a patita y andando o, a todo lo
más, metrobuseando.
    Uno, que pertenece a la especie en
extinción de los sin coche, sufre a diario las
excelencias del transporte colectivo.
    Si opto por el autobús, debo calcular
entre media hora más o tres cuartos, eso
rezando para que no haya cualquier
imprevisto. En el trayecto, por supuesto,
debo hacer ejercicios de equilibrio cuando el
conductor frena, evitar que me metan un
paraguas por un ojo y andar listo para que
no me roben la cartera.
    Si lo hago en el metro (cómodo y
rápido) debo ir preparado para empujar,
sacar los codos, oler los efluvios de
múltiples sobaquillos abandonados por sus
desodorantes, soportar estornudos en la cara
y, hasta de vez en cuando, ir apretado contra
las tetas de una sufrida señorita a la que, si
no fuera por la postura forzada de sardina
enlatada, se diría que estoy realizando
tocamientos lascivos.
    Resulta indignante para los que nos
vemos forzados a soportar estas situaciones
reales (cojan si no se lo creen el metro
madrileño en Embajadores a las siete de la
mañana o el circular en horas punta) ver a
los que viajan en coches oficiales hacer
todos los años la misma pantomima
circense, sin que el resto del año hagan nada
por conseguir en las ciudades transportes
colectivos rápidos, cómodos y baratos. Y sin
que se atrevan a restringir el uso
indiscriminado de los vehículos privados y
aumentar las zonas peatonales.
    Yo, mientras lo solucionan, voy a
comprarme un cochecito y pienso cochear
durante todo el año hasta el Día sin Coche.
Ese día metrobusearé con mucha aplicación
o, si me encuentro en forma, pasearé en
bicicleta junto a mis políticos ecologistas.
¡Lo que hay que aguantar!-- César López
Llera. Madrid