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Vraag 30
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Atracadora a los 76 años
Una anciana de Barcelona acompañaba a su hijo toxicómano
a asaltar restaurantes «para protegerlo» |
A |
El juez dejó a la mujer en libertad atendiendo a las circunstancias del caso y al hecho de
que su marido es un anciano incapacitado por las cataratas que padece. Gabriel está en la
cárcel. Declaró a la policía que el revólver era de otra persona que se lo había dejado
para ver si lo vendía. Según su rocambolesca versión, encontró un comprador que pagó
100.000 pesetas por el cacharro (revólver en jerga), pero no sólo no se lo entregó, sino que
se quedó con el dinero.
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B |
El domingo pasado, a las 17.15, Gabriel L., un ex empresario de 42 años, atracó a mano
armada en Barcelona un restaurante de comida rápida típicamente catalana. Para esta
audaz operación utilizó como cómplice a su madre, D.A., una achacosa anciana de 76
años.
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C |
Una llamada al 091 de los asustados camareros avisando de los hechos alertó a dos
dotaciones policiales que, en las cercanías del restaurante, localizaron a una anciana que
andaba con grandes dificultades y a un hombre tembloroso que lo hacía a duras penas.
Ante la policía, la madre se autoinculpó de todo. Explicó a los atónitos y bregados
policías que acompañaba a su hijo a los atracos para protegerle y para que éste “no
hiciera nada malo”. La inusual pareja tiene en su cuenta varios asaltos similares a los del
domingo.
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D |
Gabriel L., que tiene graves problemas con la heroína y la cocaína – gasta cada día
60.000 pesetas en ellas –, entró el domingo con su madre en uno de los céntricos
restaurantes de una pionera cadena de comida rápida especializada en bocadillos. Como
dos clientes, madre e hijo guardaron cola ante la dependienta, hicieron su encargo,
pagaron sus emparedados y bebidas y se llevaron la bandeja a una mesa para
consumirlos. Cuando acabaron, la anciana, que anda con dificultad, inició una lenta
maniobra para salir del local mientras su hijo permanecía en el restaurante. Éste esperó el
momento más propicio y, cuando su madre ya estaba en la calle, se dirigió a la caja. Sacó
un revólver Smith & Wesson plateado del 38 y, como en las películas americanas,
encañonó a la cajera y la conminó a que le diera el dinero. Logró unas 9.000 exiguas
pesetas.
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