1 | | | Sus zapatos, pequeños milagros de la imaginación, son adorados por las mujeres más |
| | | ricas y famosas del mundo, desde Paloma Picasso a Madonna y Carolina de Monaco. |
| | | Nacido en la isla canaria de La Palma, Manoio Blahnik es más conocido fuera que dentro |
| | | de España. Y mientras sus clientas llevan sus zapatos en las fiestas mundanas, él busca la |
| 5 | | sencillez y una manera de vivir quieta. Y dice de su trabajo que no tiene nada que ver con |
| | | la moda. |
2 | | | En La Palma, Manoio Blahnik vino al mundo hace 48 años, de padre checoslovaco y |
| | | de madre palmera. Allí vivió hasta los 14 años, y allí vuelve siempre que puede. La Palma |
| | | es como un paraíso para él, lejos del mundo, y en la isla le surgen las ideas. Le apasiona la |
| 10 | | sencillez que hay allí. |
3 | | | Blahnik vivió algún tiempo en Ginebra, donde estudiaba arte y dibujaba. Su sueño |
| | | de juventud era ser escenógrafo1), pero por casualidad diseñaba2) también zapatos. Un |
| | | dia, paseando por Nueva York, llegó con sus dibujos al despacho de Diana Vreeland, la |
| | | legendaria editora de la revista Vogue. La mujer miró los dibujos del joven Blahnik y le |
| 15 | | dijo que se olvidase de ser escenógrafo, que lo suyo sería inventar zapatos. Y así comenzó |
| | | su carrera de zapatero, de «fabricante de zapatitos», dice él. |
4 | | | «Bianca Jagger fue la primera que me compró un zapato, y me compró todos. |
| | | Entonces, en Londres, después de los años sesenta había mucho movimiento. Era una |
| | | ciudad muy interesante y muy loca, y yo tuve suerte. Me instalé en Londres en el año 1972, |
| 20 | | y poco a poco fui aceptado, cosa nada fácil. Ahora me consideran un símbolo de la |
| | | elegancia inglesa. Además tengo tiendas en Nueva York, Hong Kong y Tokio y me |
| | | gustaria abrir una en Madrid.» |
5 | | | En sus dos talleres en el norte de Italia trabajan unas cincuenta personas, entre ellas |
| | | una bordadora de 80 años. Estas personas realizan los sueños de calidad y de originalidad |
| 25 | | de Blahnik. «De cualquier cosa puede salir la idea de un zapato: de un olor, de un paisaje, |
| | | de una frase, de la cara de alguien. Les pongo nombres muy diversos: Pompeya, Prado, |
| | | Sara Montiel, Gigi. |
6 | | | Las clientas de Blahnik muchas veces muestran su cariño por su zapatero mágico, y |
| | | élles está muy agradecido. «Hace poco fui a una cena en París donde estaba Madonna. |
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Cuando llegué, esa loca maravillosa levanto su pierna y, enseñando mi zapato, me gritó |
| | | delante de todo el mundo: ' ¡Manolo, los llevo puestos! ' Eso me emocionó.» |